Son muchas las palabras que la RAE ha incorporado a nuestro
idioma. Advertencia: Este artículo puede provocar problemas nerviosos en
algunos lectores. Léase con precaución.
El uso que hacemos de las palabras es el que determina su aceptación o no en un idioma. Para el caso de nuestra lengua
materna, es la Real Academia Española quien, con la participación de las 22 academias de la lengua
de cada país, fija el uso de las expresiones que nutren nuestro bello idioma.
Es así como en algunos países como se acepta el uso de murciégalo mientras que en otros nos causa asombro esa “mala”
expresión (que era la usada antes de murciélago).
Existen muchos casos en los que una palabra empieza a utilizarse reiteradamente
por una comunidad lingüística y este uso con los años se extiende y es aceptado
por la academia de la lengua del país correspondiente. Un ejemplo de ello es el
término chévere, que en la década de
los setenta era una expresión vulgar de un sector marginado de la población:
los jóvenes y los delincuentes. Hoy en día este es un adjetivo, no solo
aceptado, sino ampliamente utilizado con diferentes acepciones: ¿Cómo estás? Chévere. Ese profesor es
chévere. Es un restaurante muy chévere. La pasé cheverísimo.
Sucede también que expresiones tomadas de
otro idioma pueden incorporarse al nuestro, justamente por el uso que hagamos
de ellas. En este caso pueden suceder varias cosas: mientras la palabra empieza
a usarse en otro idioma debe escribirse siempre con cursiva. A veces
organizaciones como la Fundación para el español urgente FUNDEÚ hacen
recomendaciones para que se empleen en español las respectivas equivalencias;
por ejemplo, correo electrónico en lugar de email.
Sin embargo, cuando el uso es amplia y reiteradamente difundido, finalmente la
RAE la incorpora al idioma con la ortografía propia, como sucedió con fútbol y béisbol. A continuación se muestran algunas de esas palabras que
han sido bienvenidas al español:
- Bluyín: pantalón vaquero.
- Cruasán: panecillo con queso en forma de luna.
- Almóndiga: vulgarismo de albóndiga.
- Jonrón: jugada de béisbol en el que se consigue pasar por todas las bases.
- Toballa: vulgarismo de toalla.
- Haiga: auto lujoso y ostentoso (hace referencia a una marca norteamericana).
- Muslamen: se refiere a los muslos de una persona, especialmente de mujeres. Culamen y pechamen también son aceptados y aluden a otras partes del cuerpo de la mujer.
- Okupar: se usa para la “toma de una vivienda o un local deshabilitados e intalarse en ellos sin el consentimiento de su propietario”.
- Jipi: movimiento contracultural juvenil surgido en los sesenta.
- Kétchup: salsa de tomate.
- Güisqui: bebida alcohólica que se obtiene de destilar algunos granos.
- Tuit: mensaje publicado en una red social.
- Tuitear: publicar mensajes en esa red.
- Panti: prenda femenina de uso interior.
- Inculturación: integración de un individuo o grupo a una cultura con la que entra en contacto.
- Espanglish: habla que mezcla y deforma elementos del español y del inglés.
- SMS: mensajes que se envían por telefonía móvil.
- USB: Conexión de uso frecuente en los computadores.
- Friki: extravagante, extraño, excéntrico.
- Bloguero: persona que escribe en un blog.
- Chat: intercambio de mensajes a través de internet.
- Dron: aeronave no tripulada.
- Serendipia: hallazgo valioso que ocurre accidentalmente.
- Crocodilo: refiere a cocodrilo.
- Wasapear: comunicarse a través mensajes por esta red social.
Se podrían presentar muchas más curiosidades
como estas, pero para no seguir afectando el ritmo cardiaco y respiratorio y la
capacidad de sueño de los lectores esta noche, la invitación es a revisar los
avances de la próxima edición del diccionario que saldrá en octubre de este
año. Hay muchas más sorpresas.
Como bien lo expresó Álex Grijelmo: "El
lenguaje representa lo más democrático que la civilización humana se ha dado.
Hablamos como el pueblo ha querido que hablemos. Las lenguas han evolucionado
por decisión de sus propios dueños, sin interferencias unilaterales de los
poderes; aún más: en un principio han impuesto los pueblos su lengua a los
poderes". Es hora entonces de hacer un uso adecuado del español y aceptar
los cambios que nosotros mismos terminamos imponiendo.


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