martes, 4 de marzo de 2014

No coloque, ¡ponga!

Si usted es de los que se coloca bravo, coloca atención o cree que solo pone la gallina, el siguiente artículo es para usted. 
Existe una marcada tendencia a utilizar el verbo colocar con la creencia de que se trata de una conjugación más elegante que el uso del poner. Este último verbo se ha relegado cual pariente pobre del idioma español, con el consecuente error que desdice de la imagen cultural de quien lo comete.
El verbo poner cuenta con cuarenta y cuatro acepciones en el diccionario de la RAE, lo que le otorga una amplitud de usos permitidos, mientras que colocar solo cuenta con seis. Es así como las posibilidades de colocar se ven limitadas, lo que casi siempre conduce a equivocarse en su uso.
“Colocar es un matiz de poner, así como guisar es una precisión de cocinar. Pero no son sinónimos y a menudo es una barbaridad sustituir uno por el otro”, explica Soledad Moliner en su libro Para hablar bien español: primeros auxilios. El único uso de colocar en relación con poner es “Poner a alguien o algo en su debido lugar”, lo que quiere decir que solo se puede usar en este sentido cuando algo se desplaza para ser ubicado en el lugar donde se supone debe estar “Coloca las pastillas en el pastillero”.
Uno se pone la ropa, las reinas de belleza ponen su granito de arena, a un bebé le ponen el nombre de Julián, un piropo puede hacer que te pongas colorada o en las manos de Dios se pone el día que ya pasó y la noche que llega.

Piénselo bien de ahora en adelante cuando vaya a emplear este verbo y váyase a la fija con el verbo poner. Tendrá menos posibilidades de equivocarse y de ponerse colorado.